Djemma El Fna, la plaza de Marrackech




Si no has estado nunca en una medina marroquí, puede que esta plaza te resulte un poco agobiante en un principio. Pero si dejas pasar unas horas y te fundes en el lugar, descubrirás una de las plazas con más movimiento de Marruecos, con tradiciones orales que se remontan a miles de años atrás y con olores y sabores que no te dejarán indiferente. Así es la plaza más famosa de Marrakech, durante el día y durante la noche, un lugar donde no hay descanso y donde los días se enganchan uno tras otro simplemente dejando fluir el tiempo.

plaza de Marrackech

Por la mañana el ruido de los tambores ya anuncia el ir y venir de gente. Además es curioso observar como los marroquíes se disponen alrededor de esta plaza, la más grande e importante de todo Marrackech, sentados en el suelo formando círculos.  Algunos de estos grupos están formados por mujeres, que, en perfecto castellano, ofrecen hermosos tatuajes de henna a las turistas; algunos hombres, trompeta en mano, se plantan delante de venenosas y tiesas serpientes dispuestos a "encantarlas"; hay otros que tratan de adiestrar monos... un sinfín de gente se dispone allí dispuestos a sacar algunos dirhams a los turistas que, inocentes, les hacen unas cuantas fotos de recuerdo. También, alrededor de la misma plaza, se ubican los puestos de zumo que ofrecen zumo de naranja recién exprimido por solo 3 dam. También se ubican allí numerosos puestos de frutos secos, mostrando una gran variedad de dátiles, así como enormes y verdes pistachos o ciruelas de un intenso aroma.
Por la noche el lugar adquiere todavía un aire más mágico. Los puestos de comida de la plaza se preparan para dar de comer a todo el que se acerque. Es entonces cuando los olores invaden el lugar. Carne,

hombre de Marrackech

pimienta, curry, cuscús, tajines con los más variados ingredientes, la tradicional sopa de caracol... los olores y los sabores invaden la plaza, dispuestos a no permitir que nadie se quede sin probar alguno de esos deliciosos bocados. Además todo está hecho en el momento, por lo que podemos comer sin miedo a que una indigestión nos amargue el resto del viaje. Mientras la gente come, los encantadores de serpientes, adiestradores de monos o cuenta cuentos siguen en la plaza, dispuestos a pasar alguna hora más y a llevarse, si pueden, algunos dirhams más. Muchos pensarán que esta postal marroquí es fruto del turismo y está hecha para el turismo. Pero se equivocan. Muchos se reúnen para pasar un buen rato, escuchando cuentos en árabe que los turistas no pueden entender ni de lejos. Los marroquíes llevan haciendo esto muchos siglos atrás, antes de la presencia de los turistas. Es por eso que no es de extrañar que esta plaza haya sido declarada recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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